domingo, octubre 04, 2015

Los momentos del cambio

 
Yo era una madre soltera, haciendo cursos extra de computación para los cuales viajaba en bus de San Lucas a la ciudad. Tenía que viajar 30 kilómetros y 30 de regreso. Estaba cansada – Me quedé dormida mientras Otto Pérez Molina (el político mano-dura que estaba implicado en el escándalo de corrupción más grande de la historia del país) daba su famosa conferencia de prensa. Al día siguiente escuché un reporte en una radio de Chimaltenango que pensé era puro cuento, el reportero decía: ‘Estoy en la Plaza de la Constitución, hay mucha gente en la Plaza.’ Llegué al trabajo y una colega se lanzó para abrazarme, alguien destapaba una botella de sidra que había quedado del convivio, ella grito, ‘Lo supiste todo el tiempo.’ Yo había dicho que renunciaría antes del siguiente fin de semana. Lo dije deseando que se levantaran los bloqueos de carretera por el paro nacional, ya que quería visitar a mi madre en Quetzaltenango por su cumpleaños 192. Y así sería.
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Justo al llegar a casa sonó la notificación Twitter. Un DM de mi esposa con una foto de ella y nuestro hijo: “Nos fuimos a la carrera a la Plaza de la Constitución.” Le respondí: “Voy con ustedes. Frente a Casa Presidencial en 20” Presioné ‘Enviar’ y salí al instante. Estacioné a la vuelta de Casa Presidencial, sobre la séptima. Caminé por la quinta calle para reunirme con mi esposa. Una puerta lateral del Palacio se abrió y de ella salieron una pareja de abogados, cargando cajas repletas de papeles. Se metieron a un vehículo que los esperaba en la esquina y desaparecieron en las calles sin tráfico. No lo pude comprender – ¿ellos realmente creían que podían evitar todo lo que estaba sucediendo? Me junté con mi esposa, fuimos a dejado al niño donde mi suegra a un par de cuadras. Estuvimos un rato en la Plaza y luego nos fuimos al Portalito. Parrandeamos hasta las 4 de la mañana. Al día siguiente, con el chapín promedio, me inventé algo para no ir a trabajar.
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Yo era un estudiante de derecho en Santa Rosa, viendo la televisión con mis amigos de la cuadra. ¡Había renunciado! Nos subimos al carro y manejamos a la ciudad. Al día siguiente estuve en la Plaza de la Constitución. Había un gigantesco clima de fiesta. Recuerdo con exactitud, el sentimiento del cambio real. Fue bien chilero.
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Tenía una noción vaga de lo que había sucedido durante el gobierno de Otto Pérez Molina. En la aldea de Nentón donde vivía, solo había una tienda. No siempre abría, porque escaseaban los productos. Recuerdo cuando visité a mi prima en la capital. Trabajaba en la casa de un señor que trabajaba para la Baldetti pero hacía semanas que estaba huido. Vimos una película en la sala de cine del sótano. Tanto lujo, tantas cosas. Nunca había siquiera imaginado que algo así podía existir.
 
Guillermo Muñoz
Septiembre 2015