lunes, abril 13, 2015

El regalo

Andrés se revolvió lento en las sábanas tibias. Abrió los ojos.  La luz plateada de la mañana empezaba a meterse por la ventana. Ana aún estaba dormida, su espalda se arqueaba suavemente en un compás como de marea que respira. Se sentó en la cama y apoyó la espalda en la cabecera. Así la estuvo viendo y recordando la conversación que habían tenido la noche anterior. Habían hablado hasta la madrugada. De todo lo que discutieron y rememoraron, observándola mientras dormía, recordó un detalle que no había contado sobre de la bonita mañana de septiembre en que hizo su Primera Comunión.

El cielo era azul, de un tono intenso; la brisa de la mañana empujaba sin prisa las pocas nubes dispersas. El lago era de un color azul oscuro, un oleaje tranquilo mecía las canoas que lo cruzaban. Sus padres habían organizado la recepción de la primera comunión en un hotel que tenía un jardín grande, justo a la orilla del lago. Los invitados eran mayormente familiares y los amigos cercanos de la familia. Luego de la Misa, las fotos y los abrazos, el momento que más había esperado llegó: los regalos.

Su madre se acercó a él, se sentó en la grama y le entregó un paquete. Envuelto en papel con dibujos de globos azules y rojos sobre un fondo amarillo, venía el misterio. ¿Qué era ese rectángulo delgado y duro? Era demasiado pequeño para ser una caja, no hacía ruido al agitarlo. Es mi regalo había dicho su mamá mientras Andrés rompía el papel, pero miraba perplejo como ella le sonreía con complicidad. Habían acordado, semanas atrás, que el regalo sería una bicicleta BMX, azul cromado. En lugar de un manubrio, sus manos sostenían un libro verde. Había un título y un dibujo de un muchacho con una lanza.

-Insistí. Varias veces insistí. Sin embargo fue imposible. Yo quería la bicicleta- dijo en voz alta. Sonriendo a medias, con ironía.

Un murmullo que dijo ¿Qué?, agitó el sueño de  Ana.

-Nada, cariño, volvé a dormir. Estaba soñando despierto. - dijo él, al mismo tiempo que la arropaba.

Se zambulló de nuevo en las sábanas, dándole la espalda a su esposa. Luego de un momento volvió a dormir. Lo último que vieron sus ojos fue una larga pila de libros sobre la mesa de noche.

1 comentario:

Unknown dijo...

Felicidades Guille, muy buena capacidad narrativa, metes al lector en la historia y dan ganas de terminarla... seguí así que vas por buen camino!